El 16 de diciembre de 2019 entró en vigor la Directiva europea 2019/1937 para la protección de los denunciantes, teniendo la obligación los Estados miembros a transponer esta Directiva en el plazo máximo de dos años, y a través de la cual podemos definir el whistleblowing como el canal de denuncia interna que utiliza una persona en el seno de la empresa (generalmente el trabajador, por algún incumplimiento cometido en la misma).
Por Nieves Rabassó / Abogada y Economista
Dicha norma comunitaria obliga a que las empresas que tengan más de 50 empleados o cuya facturación anual supere los 10 millones de euros, a los organismos y autoridades públicas, así como a los municipios con más de 10.000 habitantes, ofrezcan canales de denuncia interna que garanticen la confidencialidad de la misma y la protección del denunciante.
La Directiva prevé la obligación de adoptar las medidas necesarias para prohibir cualquier forma de represalia frente a aquellos trabajadores que denuncien infracciones en el seno de la empresa, garantizando un elevado nivel de protección de los denunciantes que comuniquen infracciones de la legislación de la UE . El objetivo primordial de la Directiva es establecer un mecanismo común de denuncia y de protección de las personas que denuncian irregularidades cometidas en el seno de las entidades, ya sean públicas y privadas, y relativas a las siguientes materias:
El canal de denuncias podrá ser gestionado directamente por la empresa, a través del departamento destinado al efecto, o por empresa externa.
Asimismo, se tendrán que adoptar las medidas necesarias para prohibir toda forma de represalia frente a los trabajadores denunciantes y, especialmente, quedan prohibidas las siguientes conductas:
Hasta ahora, había sido la Jurisdicción Social la que, ante la ausencia de marco normativo comunitario, había prohibido cualquier forma de discriminación o abuso por parte de las empresas y derivada de la denuncia de infracciones en el ámbito de las relaciones laborales ( la denominada “garantía de indemnidad”). A través de la normativa comunitaria, desde diciembre de 2021, esta obligación se traslada a las empresas, públicas o privadas, organismos estatales, autonómicos o locales.
Por eso, es necesario que las empresas valoren la adecuación de las medidas ya adoptadas a la nueva normativa comunitaria, siendo conveniente que aquellas que no hayan tenido previsión específica en la materia, acudan a profesionales expertos en materia de
compliance
laboral con el fin de dar cumplimiento a la obligación legal en el momento en que sea exigida.
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